El Llamado del Pasado: La Decisión que Cambió Mi Vida
Cada noche, a las 3:33 a.m., Clara escuchaba los golpes en la puerta de su apartamento. Al principio los ignoraba, pensando que se trataba de los ruidos propios de un edificio viejo, pero con el tiempo empezaron a inquietarla. Siempre a la misma hora, los golpes suaves pero persistentes parecían venir con un propósito.
Aquella noche, sin poder soportarlo más, se levantó de la cama. Se acercó lentamente a la puerta, intentando convencerse de que no había nada allí. Pero cuando estuvo frente a ella, escuchó algo que nunca había pasado antes: una voz baja, apenas audible, que murmuraba su nombre.
—Clara… ábreme…
Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Quién estaba detrás de la puerta? ¿Y cómo sabía su nombre? Dudó unos segundos, pero finalmente, impulsada por la curiosidad y el miedo, giró el pomo y abrió la puerta.
Lo que vio la dejó helada.
Una mujer mayor, demacrada, con el cabello canoso y los ojos llenos de angustia, estaba frente a ella. La sorpresa fue mayor cuando la extraña levantó la vista y Clara se dio cuenta de que estaba mirando una versión envejecida de sí misma.
—¿Qué… quién eres? —logró preguntar con la voz temblorosa.
La anciana suspiró, como si le costara hablar.
—Soy tú, Clara. Vengo del futuro.
Clara sintió un vértigo abrumador, como si el mundo se tambaleara bajo sus pies.
—Esto no puede ser real… —balbuceó, dando un paso atrás.
—Es real —la mujer la miró con una mezcla de tristeza y desesperación—. He venido para advertirte. Debes cambiar algo ahora, antes de que sea tarde.
—¿Cambiar qué? —Clara estaba confundida, su mente llena de preguntas. No sabía si debía sentir miedo o lástima.
—A lo largo de tu vida —dijo la anciana—, tendrás muchas oportunidades de abrirte al amor, pero las has dejado pasar una y otra vez. Tienes miedo, miedo a ser herida, y ese miedo… te va a costar todo. Estoy sola, Clara. Sola porque nunca fui capaz de decir «sí» cuando debía.
Clara sintió que su corazón latía con fuerza. Las palabras de su yo futuro la golpeaban como una verdad incómoda que siempre había sabido, pero nunca admitido. Una imagen cruzó por su mente: Daniel, su compañero de trabajo, el hombre que le gustaba desde hacía meses pero con quien nunca se había atrevido a dar el paso.
—No entiendo… ¿qué tengo que hacer? —preguntó con voz quebrada.
La mujer mayor la miró con urgencia.
—Tienes que tomar la decisión de amar. No dejes que el miedo te paralice. Él está cerca, y si no haces algo pronto, lo perderás para siempre.
Clara sintió un nudo en el estómago. La anciana comenzó a desvanecerse, como si el tiempo para ella estuviera terminando.
—No lo olvides, Clara. Todavía tienes tiempo, pero no mucho…
Y con esas palabras, desapareció. La puerta se cerró sola, dejando a Clara parada en medio de la oscuridad, con el eco de aquella advertencia resonando en su mente.
Al día siguiente, mientras estaba sentada frente a su teléfono, pensaba en Daniel. El miedo seguía ahí, pero ahora lo acompañaba otra sensación: la certeza de que si no hacía algo, se arrepentiría el resto de su vida. Respiró hondo y marcó su número.
Cuando la llamada fue respondida al otro lado, Clara sonrió, sintiendo que, por primera vez, había abierto la puerta correcta.
Moraleja: El miedo a amar puede mantenernos encerrados en una vida de soledad y arrepentimiento. A veces, para cambiar nuestro futuro, solo necesitamos el valor de abrir la puerta al presente y tomar una decisión antes de que sea demasiado tarde.